martes, 11 de junio de 2013

LA ENDOMETRIOSIS, LA COPA, LA SIEMBRA DE LUNA Y YO



Hace más de 15 años padezco una enfermedad que la ciencia occidental ha denominado Endometriosis. Para simplificar el  asunto, se trata de que cuando te llega el periodo menstrual sufres de dolores inimaginables, contracciones de parto y hemorragias incontrolables.

Por supuesto la ciencia médica, en su mayoría investigada y manejada por hombres, no conoce la cura ni la causa de dicha enfermedad.
He probado todos los tratamientos médicos que se puedan imaginar. Tanto de la medicina tradicional, como de la medicina alternativa, desde la homeopatía, la medicina biológica y las yerbas de la famosa Negra María. He viajado a otros países en busca de medicina. He pasado años enteros en que cada mes tengo que ir a una clínica u hospital, llorando y suplicando un calmante para el dolor y ayuda para mi  problema. Por supuesto, han de imaginar la cara de los médicos y enfermeras cuando llegas gritando de dolor, porque tienes la menstruación. Por poco se ríen, como diciendo: “pero está loca, si esto es normal, y si duele pues aguante, quien la manda a ser mujer”.

La familia ya también se aburre de la visita mensual en la que hay que atender a una enferma, una vez más, y sentirse impotentes ante no saber qué hacer con una persona que se desangra y llora desesperadamente por un dolor que no se comprende.

Estos episodios me han demostrado que a la ciencia poco le importan los asuntos femeninos y  la investigación en el campo, es aún desconocida.
Sorpresivamente leía un artículo en que decían que el 30% de las mujeres del mundo sufrimos de endometriosis. “Que  queeeeeeeeeee´?”, no lo podía creer. Si somos  tantas por qué todos los científicos del mundo no están de cabeza en el asunto.

Pero ahora, creo que no es asunto de la ciencia. Es un asunto del encuentro con la esencia femenina, con la reconciliación histórica de algo que la sociedad ha querido estigmatizar, y rotular como algo sucio, incomodo, impropio, estorboso, y muchas otras cosas que nos han querido convencer. De generación a generación han venido vendiéndonos la idea  de que tu sangre es algo que, mejor no debe estar contigo.

Ya desesperada, estaba decidida a mis 34 años, a sacarme el útero, y terminar con mi enfermedad. Pero en mi interior siempre se ha alojado la esperanza de encontrar en esta situación respuestas a mi ser interno y a la magia de ser mujer, de ser dadora de vida, de ser creadora.

Estuve en el último encuentro de mujeres en la Atlántida, y pude conocer de otras, la bella experiencia de la “Siembra de la luna”. De una relación armónica y consciente con nuestros ciclos naturales y con la magia y la oportunidad de ser mujer.

Escuché atenta y pregunté. Observé y oré a lo más profundo de mi ser, por ser esta, una oportunidad para hallar respuestas.
Ahora llevo tres meses haciendo la siembra de la luna y siento que he dado un salto cuántico y lunar. La relación con mis ciclos ha dado un giro de 180 grados y los efectos han sido, me atrevería a afirmar, milagrosos.
Desde que comencé a usar la copa y a NO usar toallas higiénicas, ya no tengo lo que denominábamos: “hemorragia”. Simplemente sale algo de sangre de mi cuerpo, que recojo en una copa, la cual tengo la oportunidad de tocar, oler, y sentir. Recoger mi sangre me ha dado la oportunidad de entrar en comunión con algo supremamente intimo de mi ser, así como lo es mi leche materna y la relación con mi bebe que nació de mi vientre. Al sembrar mi luna, siento que me reintegro al ciclo vital de la vida, haciendo un círculo entre lo que nace y da vida. De lo que mi cuerpo sale, doy vida a las plantas y a la tierra. Mi líquido íntimo es abono y medicina para las matas y es abono y medicina para mí misma.

Sólo en tres meses, puedo decir que los síntomas de mi ciclo y su llamada endometriosis, han disminuido en un 70%. Este último mes solamente tomé 3 calmantes fuertes y 2 suaves. Antes eran 20 fuertes, 30 suaves y a veces 4 inyecciones, cuando no tenia que recibir droga intravenosa en los hospitales.
Para mi es más que una alegría y una reconciliación con la vida y con mi ser femenino.

Es indiscutible que los químicos de las toallas higiénicos son supremamente nocivos para nuestra salud y que el negocio de “Nosotras”, se abastece de votar a la basura lo que es sagrado en nosotras, y de producir más sangrado a costa de dañar nuestro organismo donde se reproduce la raza humana y donde crecen los pueblos de esta humanidad.

Antes de usar la copa gastaba 4 paquetes de toallas higiénicas, de las cuales 2 eran de maternidad, más 2 paquetes de protectores para los últimos días. Ahora con la copa sólo me sale ¼ de onza en casi todo el día. No es increíble?. Lo increíble es que ahora quiero que salga más, porque con esta tengo el jardín más lindo de todo mi barrio, y el jardín de mi corazón ha crecido y está en paz con el universo.

Doy inmensas gracias a las mujeres que me han entregado este sagrado conocimiento y espero que todas las mujeres del mundo abramos nuestra consciencia a cambiar nuestra relación con nosotras mismas, y comencemos a realizar el hermoso ritual de la siembra de la luna, que se convierte en la danza de la luna, en el canto de la vida, en el nacer de lo femenino.


 
Galia Bermúdez

Filosofa, música y bailarina.